Habiendo leído los artículos de Antonio Puech y Manuel Rosa, en los que se pone sobre la mesa el debate (que no es nuevo y que seguirá apareciendo, con toda seguridad, en multitud de foros) sobre la democracia (más concretamente sobre las democracias y la oposición entre democracia representativa y democracia directa) me atrevo a entrar en el asunto, aun a riesgo de que, como suele suceder, me lleve palos por los dos lados. Antes de pasar al meollo del asunto, quisiera dejar sentadas algunas consideraciones previas:
Para la democracia representativa los partidos políticos son el eje del sistema, estos son el eslabón entre los ciudadanos y el Estado. Sin embargo, hoy, en España, los partidos políticos se encuentran fuertemente cuestionados, sus limitaciones son evidentes. Por ejemplo, la forma de elegir a sus candidatos, es en la mayoría de los casos, antidemocrática y sus estructuras están diseñadas para beneficio del propio partido y no para beneficiar a la población. De ahí la corrupción galopante.
Para los defensores de la democracia participativa el acento se tiene que poner en la interacción con los órganos gubernamentales, en la búsqueda de nuevas formas de participación ciudadana (el plebiscito y el referéndum), pero sobre todo en la toma de decisiones con base en la ciudadanía. Consensuar ideas y proyectos en la que los ciudadanos sean parte de las soluciones.
¿Quiero esto decir que los de abajo, sin conocimientos técnicos deben decidir sobre cuestiones complejas que, probablemente, no dominen o desconozcan? Por supuesto que no, no soy tan iluso como para pensar eso y ahí estoy de acuerdo con Manuel. Pero, cuidado: muchas veces ese recurso de que “es que esto es muy complicado y no lo vais a entender” es la excusa para hacer leyes contra los ciudadanos. Pongamos un ejemplo: hagamos de una vez una ley de educación que dure, al menos 25 años (los que se supone que tarda una persona en terminar los estudios desde preescolar hasta la graduación universitaria) Veamos cómo la hacemos:
Aceptando la democracia representativa creo que tenemos que paliar o corregir las desigualdades realmente existentes para ampliar o profundizar la democracia en un sentido más participativo y más igualitario. Se puede y creo que se debe potenciar la toma colectiva de decisiones con la participación de todos los que han de ser afectados por la decisión y sus representantes deben tomar buena nota de ello. Porque el mundo cambia, la democracia ha de estar siempre en construcción o deja de ser lo que debiera ser. ¿Es acaso entendible que en 2016, cuando con un DNI electrónico puedes hacer casi de todo, tengamos a dos millones de personas, españoles, en el extranjero y que, para votar en unas elecciones en su país se encuentren con tantos obstáculos administrativos que, al final, sólo hayan votado menos de cien mil? ¿Es lógico que un partido político con 5 millones de votos obtenga 90 diputados (PSOE) o 71 (Podemos) mientras que otro partido (IU), con un millón de votos tenga sólo 2 diputados (está claro que me refiero a las elecciones de diciembre)? ¿No debiera ser lógico que si un partido llega al gobierno con un programa electoral tenga que cumplir lo escrito en ese programa y, si no lo hace en un plazo razonable, deba ser revocado? ¿No debiera establecerse la circunscripción autonómica como única base territorial para la asignación de diputados y aplicarse fórmulas que garanticen la igualdad del peso del voto de todos los ciudadanos?
Para terminar, porque mi intención no es más que la de aportar algo a un debate que debería ser más serio y profundo de lo que permite este formato de artículo, creo que hay algo en lo que, a pesar de las diferencias, todos estamos de acuerdo: esto no va, esta democracia, aquí, en España, y ahora, en 2016, con una calor de espanto en Sevilla, está tocada del ala y hay mucho que cambiar y espero que sea contando con el pueblo.
Excelente artículo! Me interesa bastante ya que estudio y con mis compañeros buscamos este tipo de apartados para analizarlos y discutirlos en clases.
Saludos!