Censura

El ataque institucionalizado que se viene perpetrando en los últimos tiempos a las libertades individuales más preciadas de una sociedad que se presuma abierta y democrática, como la española, y que son la libertad de pensamiento, de opinión, de creación o de crítica, nos obliga a mostrar nuestra más firme preocupación y el más enérgico de los rechazos.

Esta deriva oscurantista se materializa de muy diversas maneras, bien sea en forma de abierta censura sobre todo tipo de creaciones artísticas, o bien mediante cancelaciones (personales y profesionales) de cualquier perfil disidente -o simplemente discrepante- de un determinado statu quo ideológico-político que se proclama hegemónico y que automáticamente se convierte en refractario a cualquier crítica.

Sería reduccionista achacar estos ataques intolerantes (e intolerables) exclusivamente a un sector concreto del espectro político o social en el que nos movemos actualmente, pues el combustible que subyace a toda esta intolerancia sectaria está más allá de adscripciones ideológicas, y no es otro que aquél que impugna la ética más básica: un cóctel mortífero -y que ataca a todo tipo de cerebros- compuesto a partes iguales por una pureza fanática, una pasión por la tutela y el control de las mentes ajenas y un insuperable odio a cualquier producto de la inteligencia que nos confronte con nuestros propios prejuicios.

 

Este artículo está suscrito por las siguientes firmas:

1. Manuel Rosa Moreno
2. Ester lineros Nogales
3. Rocío Fondevila Segura
4. José Ramos Galván
5. José Luis Iglesias Martín
6. Lluis Miró Simón
7. Amalia Lineros Jurado
8. Antonio Puech Lissén

 

 

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