Manuel Rosa Moreno
Del aprendizaje de la decepción
Del miedo a la muerte a la muerte del miedo
(In Memoriam Lluís Miró)
Se nos ha ido, tras una demostración admirable de fortaleza y resistencia contra la enfermedad que lo asolaba, nuestro querido socio y, sobre todo, amigo Lluís Miró. Y decimos se nos ha ido con todo el énfasis, pues la lucha a muerte contra la muerte que tan valientemente enfrentó Lluís cuando le llegó el momento, debería ser un empeño colectivo, mediante el ejercicio de la memoria y el recuerdo, para con aquéllos que nos han dejado y, por encima de todo, celebrando lo que nos han dejado.
Y lo que deja nuestro querido amigo -hablo en primera persona, claro, a cada uno de nosotros nos habrá dejado una huella, unas palabras, un sentimiento distinto y en distinto grado- no es ni más ni menos que toda su descarnada humanidad, es cualidad que emerge -en algunas personas y, a veces, solo a veces- cuando oteamos el final del camino, y no nos queda más dilema -menudo dilema- que decidir cómo afrontarlo: rendirnos, resignarnos o resistir.
Y Lluís optó (todavía tengo resonando en mi cabeza lo que me dijo en una conversación, las primeras semanas de su torturante paso por el hospital: hay que convertir el miedo a la muerte en muerte al miedo) por vivir con todas las ventanas abiertas -las del amor, las de la amistad, las de la curiosidad- de par en par, hasta el último aliento, permaneciendo siempre vigilante para no dejarse imponer la peor de las muertes en vida, la rendición, el dejarse ir sin pelea ante el avance de esa enfermedad tan cabrona de cuyo nombre no quiero acordarme.
Su actitud -siempre la actitud, Lluís, tan importante para ti, que hiciste de enseñarla y transmitirla tu vocación- fue en la última etapa de su vida exactamente la misma que había sido antes de que le dieran la fatal noticia, una firme convicción de que la única manera de tratar las verdaderas dificultades es agarrarlas por la solapa y enfrentarlas cara a cara -y en su caso, ay, con buena cara-; algunos seres segregan maneras elegantes hasta para evitar la fatalidad, aunque nadie pueda escapar a lo irremediable.
Esa lección de resistencia -y esa gestión de las emociones, tan ardua- jamás se me olvidará, amigo. Y todo, absolutamente todo, sin la más mínima concesión a la autocomplacencia o la queja y menos aún a cualquier forma de victimismo -perfectamente humano y comprensible, por otra parte-.
¿Y qué imágenes de él me asaltan, antes de su lucha contra lo irremediable? ¿Qué es lo que comparece una y otra vez cuando me alcanza su luminoso recuerdo? No puedo evitar una sonrisa agradecida cuando rememoro su afabilidad bienhumorada en el trato cercano, ese sentido del humor sin dobleces, tan propio de su naturaleza bondadosa, o esa capacidad de escucha atenta a cualquiera que se le pusiera delante (dándote la sensación, impagable sensación, de que en esos instantes sólo estabais tú y él en el mundo) por no hablar de la generosidad -sin esfuerzo alguno- para dedicarte toda la atención o el tiempo que la situación lo requiriese.
Sin embargo, en mi opinión, lo que eleva toda esta lista de bondades hasta lo memorable, lo que otorga auténtico valor a todos estos atributos, no es otra cosa que una inolvidable y limpia sonrisa que era mucho más que un gesto, era, literalmente, un reflejo permanente de su alegría de vivir y su amor por las cosas. Hasta aquí el esbozo de mis recuerdos con este ser luminoso e integro, si hay alguna forma de eternidad en este mundo -el único- debe ser algo parecido a esos preciosos intangibles hechos de recuerdos, vivencias o experiencias que las personas que amamos nos han dejado impresos como marcas indelebles, hasta el momento que nos toque marcharnos también y alguien nos reviva con cada uno de sus recuerdos.
Para acabar, me vais a permitir que manifieste una sensación que lleva martilleándome desde el primer párrafo de esta breve semblanza que he intentado pergeñar: escribir post mortem de personas a las que uno ha querido o admirado implica la idea de fracaso anticipado y de ejercicio insatisfactorio, pues sobrevuela siempre sobre el texto la sospecha de que todo lo que se diga sobre Lluís, o bien no hace nunca justicia al ser humano que hemos tenido la suerte de conocer, o bien son palabras que, al haber desaparecido la persona a la que van dirigidas, nacen ya intempestivas y algo resecas.
Que la tierra te sea leve, amigo.
6 respuestas
Yo tuve la suerte de compartir con Lluís numerosos debates y tertulias presenciales y telemáticas. Siempre acompañado de su inseparable, querida e inteligente pareja Mavi, pero también de su particular carisma de bondad, simpatía, moderación y lucidez. Nuestro grupo de Foro de Análisis pierde a uno de sus activos más queridos y respetados, pero personalmente pienso que he perdido a un amigo sincero y entrañable. Te echaremos mucho de menos. Si es posible, siéntete orgulloso de tu paso por aquí, has dejado muy bien poso.
hasta siempre amigo.
Queridos compañeros del Foro y amigos en general.
Me resulta difícil encontrar palabras para expresar lo que siento ante la pérdida de Lluís. Para mí fue un amigo muy querido y un referente en este foro,
Lamento profundamente que la enfermedad le impidiera impartir la conferencia que con tanta ilusión había preparado. Estoy convencida de que hubiera sido una ocasión memorable, como lo fue siempre su presencia entre nosotros.
Queda en mí su recuerdo, su ejemplo y la huella imborrable de su amistad.
Sic tibi terra levis.
Con todo el cariño al que merecidamente te hiciste acreedor.
Rocío
Poco tiempo de amistad y sin embargo me dejas una huella profunda y sincera. En tu memoria todo mi respeto, admiración y sincero afecto. Buen viaje !!❤️
Con gran dolor, siento la pérdida de Lluís, mi «compañero» de lucha (así nos identificábamos en nuestros mensajes), que ha caído peleando duro contra la más maldita de las enfermedades. Llevo unas horas muy malas, de mucha tristeza, porque fueron muchos los mensajes y las conversaciones mantenidas con Lluís, además de esperar impaciente cada dos semanas sus acertadas opiniones en el club de cine o en el de lectura. Después de que nos comunicara su estado de salud, sentía mucha alegría cuando lo veía y escuchaba en la pantalla de zoom de nuestro chat.
Gracias Manuel por tus palabras, las he leído con mucha emoción. Las volveré a leer para recordar cada uno los aspectos que destacas de Lluís, ya nuestro Lluís para siempre.
Querido Lluis, queridos foreros y amigos:
Me acompaña un gran dolor desde la terrible noticia que con su gran fortaleza nos comunicó Mavi, tu gran cómplice y compañera.
Cada vez que te veía en la pantalla , en nuestras sesiones de zoom, con mi particular optimismo, me decía a mí misma que te encontraba mejor. Es cierto que quizá me quería engañar a mí misma, pero yo no perdía la esperanza. Qué duro va a ser no verte Lluis, no escuchar tus acertadas intervenciones Lluis, no disfrutar de tus bromas y de tu sonrisa Lluis, te has ido a otra dimensión, pero de nosotros no te libras, con nosotros sigues Lluis
Hemos perdido un amigo, un compañero de los domingos que además de sus siempre interesantes intervenciones en el foro nos ha sabido transmitir su enorme cualidad humana.
Todos hemos sufrido viendo como su sonrisa se iba apagando poco a poco en nuestras ultimas sesiones y se tornaba en un esfuerzo por resistir y permanecer con nosotros.
Mavi, también a ti te hemos visto sufrir por mucho que lo disimularas por fuera. Pierdes a tu compañero, pierdes parte de tu vida y parte de ti, lo sabemos y también que nunca vas a olvidar vuestra maravillosa relación. Eso te queda para siempre, es parte de tu activo. Estoy seguro de que eres una mujer fuerte y con el tiempo te recuperarás.
Mucho ánimo y un muy fuerte abrazo.